viernes, 1 de agosto de 2008

Estos días azules y este sol de infancia

En el pliegue de uno de los bolsillos de Antonio Machado se encuentran unos versos: Estos días azules y este sol de infancia. Una última mirada sin rencor a su entorno; donde es capaz de ver en el orden de la naturaleza un atisbo de esperanza frente al caos del espanto humano.Siempre he tenido una predilección especial por un poema de su obra Campos de Castilla:

El mañana efímero

La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de Maria,
de espíritu burlón y de alma quieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero,
a la moda de la Francia realista,
un poco al uso del París pagano,
y al estilo de la España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja, tahur, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar de la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la naúsea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Más otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.

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