viernes, 1 de agosto de 2008

Desde dentro

En mi viejo salón, las astillas chirrían al arder en el horno de leña.
Por la ventana diviso como el oscuro cielo llora sobre nuestra tierra
Desde mi azotea escucho como las olas quieren recuperar terreno robado
La gramola me susurra las canciones canallas de Sabina.
Un libro sobre la mesa reza versos chilenos, versos de Neruda
Entonces, apareces sigilosa,.sin que nadie te haya mencionado
Te apoderas de mi ser, hiriendome, una herida más dañina que la muerte,
ya que cada instante que te recuerdo, un puñal desgaja mi corazón durante siglos.
Tú, en alguna parte de nuestro pequeño mundo, místico, lleno de encanto,
donde el sonar de las gaitas nos hacia volar a un viejo café parisino,
donde la lluvia se deslizaba sobre nuestros cuerpos desnudos en alguna playa,
allí donde el verde esperanza es solo eclipsado por tus ojos penetrrantes.
Yo, en Berlín, donde se respira historia, mezcla de ideales, epicentro mundial,
donde cada minúscula mirada hacia tiempos pasados, me llena de melancolía,
recordando como nos abrazabamos en aquel bosque, mientras la luna, coqueta,
juguetona, se mostraba y ocultaba detrás de los fantasmas, envuelto en misterio
Entonces me pregunto por qué se acabó, por que te esfumaste, ¿por que?
Unas palabras, tristes, apagadas, unas lágrimas deslizandose por tus mejillas
Un último beso en mis labios me hizo arder como si rozara el sol,
una caricia en mis brazos y un “Hasta siempre”
Ese momento ha hecho que mi corazón se fortifique, se haga inaccesible,
sin ser capaz de amar ni ser amado, avocado a la más profunda soledad,
ya que no voy a poder dar cariño, deseo, pasión, locura,no volveré a amar.
La razón es secilla, todo ello, tu lo llevase al más profundo calabozo
Te he olvidado, te he odiado, te has ido, pero a pesar de todo ello,
te sigo amando, porque solo tú haces que tiemble al verte, sonría,
solo tu haces que la felicidad infinita me atrape para siempre.


Abel Aparicio González - 2007

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