miércoles, 21 de septiembre de 2016

Seguiremos siendo canción


A Carlos Huerta y Javier Morán

Bajo la mirada de una puesta de sol
y siguiendo el rumbo inexplorado
de la calada del último cigarro.
Con la resaca de la lluvia y su silencio
mientras descifro el amargor de un “lo siento”.
Observando el escaso resplandor
que una jarra de cerveza le brinda
a mi abundante depósito de recuerdos.
Bajo el susurro incesante de todos los destrozos
que un mal día permitieron mis errores.
En la ventana que muestra lo que no fue
aunque estuviese a un simple golpe de palabra.

Todos esos momentos más aquellos
que no nacieron para la literatura
son dignos para acompasarlos
con un mantra que lucha
para abolir la desidia:
¡Hay que seguir cantando!

Nunca fui un hijo de la derrota
y mucho menos heredero de la afonía.
No amenacéis mis alboradas,
ya que los gallos rojos 
nacimos para borrar del viento
las listas negras y su atroz sonido.

Al final este transcurso de años
solo sirve para mostrarme en el espejo
y analizar lo básico: ser o no ser.
Para desgracia de la derrota
mi respuesta, ahora,
no fue concebida para la negación.

Sea ayudado por cuerdas de una guitarra
o teclas de un acordeón,
mi temblor de piernas
y las dosis de miedo al fracaso
naufragan con destino al olvido.

Ya nadie escribe en un encerado
las palabras ayer o frustración.
Me considero alumno de lo inalcanzable
y algunas de vuestras leyes me impulsan a ello.

Y si aun así surgen dudas,
insisto, ¡Hay que seguir cantando!
Que la poesía, y la música,
al final de la noche, paguen la cuenta.






domingo, 4 de septiembre de 2016

Jesús Losada: Corazón frontera

El primer fin de semana de agosto coincidí en la feria del libro de Benavente, entre otros, con Jesús Losada. Allí me facilitó su poemario Corazón Frontera. Un libro que viaja en el último vagón de un tren de cuyo destino solo conocemos la lejanía. Un viaje afectivo lleno de versos que detienen el segundero, un poemario que leí como se deben leer las cosas buenas, muy pausadamente una tarde de verano atravesando esas líneas que nos regalan los mapas y los años .




ÉSTA es la única memoria de los deseos
que se nos anuncia
como la única que nos salva de esta vida,
de esta zanja que excavamos con las uñas,
adonde todos caminamos
con nuestra mercancía cargada al hombro.