El mes pasado Santiago Macías me hizo una propuesta, ir con la A.R.M.H. (Asociación para la Recuperación de la Memoria Historica) a exhumar una fosa en Candeleda (Ávila), pues bien, esa invitación trajo consigo una de las semanas más cargadas emotivamente de toda mi vida y que seguro, nunca olvidaré. En primer lugar, quiero destacar la calidad humana que hay en esta asociación, y que con gente como ellos, da gusto trabajar. Desde el primer día me acogieron como a un amigo y aunque vengan días grises, ellos saben sobreponerse entre otras cosas, por eso, porque son un grupo de amigos.
El objetivo fue devolverl a los familiares los restos de los suyos, siete personas que les habían sido robadas el 5 de Octubre de 1936. Le puse cara a las víctimas, a los familiares y al motivo por el que fueron ejecutados, no pensar igual que los asesinos.
Este acto, como muchos otros, no fue en acto de guerra, fue en acto de odio y venganza. En esa zona actuó el conocido como 501 (adivinen por qué le llamaban así. Si han pensado que es porque asesino a ese número de personas, habrán acertado). De los 7, por 3 de ellos nadie había preguntado. Pues bien, nadie lo había hecho porque eran padre, madre e hijo. Habían asesinado a una familia completa, juzguen ustedes mismos, para mi, eso es un genocidio.
Uno de los testimonios con los que me quedé, fue los de una mujer que nunca volvió a pasar por el lugar donde asesinaron a sus familiares. La fosa se encontraba en la curva del avión, entre los términos de Candeleda y Poyales del Hoyo. Pues bien, esta mujer para ir de un pueblo a otro, iba por un camino rodeando, porque no podía pasar por el lugar donde estaban tirados sus familiares, y para mi, solo con este testimonio, me bastó para no comprender a la gente que se niega a que actividades como esta se lleven a cabo. A esa gente, le invito a que se acerquen si tienen ocasión a ver una exhumación y a escuchar a los hermanos, a los hijos, a las mujeres, si aún así piensan igual, que piensen que son sus abuelos, igual la historia cambia.
En fin, que queda mucho por hacer, pero que grano a grano, se vacian las cunetas, aunque los culpables, no paguen por ello, y los jueces se opongan, y el exterminio que aquí ocurrio, quede impune. Por eso, como ya he dicho muchas veces, cada vez que escucho que la transición fue modélica, siento una mezcla de risa, pena, rabia y vergüenza.
1 comentario:
Ha sido un placer conocerte y ya sabes, cuando quieras serás bien recibido por este grupo de trabajo. Poco a poco se vaciarán las cunetas de esta vergüenza de país.
Momentos como los de una exhumación hacen que los días grises cada vez lo sean menos.
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