miércoles, 23 de junio de 2010

Exhumación de una fosa común en Candeleda (Ávila)

El mes pasado Santiago Macías me hizo una propuesta, ir con la A.R.M.H. (Asociación para la Recuperación de la Memoria Historica) a exhumar una fosa en Candeleda (Ávila), pues bien, esa invitación trajo consigo una de las semanas más cargadas emotivamente de toda mi vida y que seguro, nunca olvidaré. En primer lugar, quiero destacar la calidad humana que hay en esta asociación, y que con gente como ellos, da gusto trabajar. Desde el primer día me acogieron como a un amigo y aunque vengan días grises, ellos saben sobreponerse entre otras cosas, por eso, porque son un grupo de amigos.


El objetivo fue devolverl a los familiares los restos de los suyos, siete personas que les habían sido robadas el 5 de Octubre de 1936. Le puse cara a las víctimas, a los familiares y al motivo por el que fueron ejecutados, no pensar igual que los asesinos.









Este acto, como muchos otros, no fue en acto de guerra, fue en acto de odio y venganza. En esa zona actuó el conocido como 501 (adivinen por qué le llamaban así. Si han pensado que es porque asesino a ese número de personas, habrán acertado). De los 7, por 3 de ellos nadie había preguntado. Pues bien, nadie lo había hecho porque eran padre, madre e hijo. Habían asesinado a una familia completa, juzguen ustedes mismos, para mi, eso es un genocidio.










Uno de los testimonios con los que me quedé, fue los de una mujer que nunca volvió a pasar por el lugar donde asesinaron a sus familiares. La fosa se encontraba en la curva del avión, entre los términos de Candeleda y Poyales del Hoyo. Pues bien, esta mujer para ir de un pueblo a otro, iba por un camino rodeando, porque no podía pasar por el lugar donde estaban tirados sus familiares, y para mi, solo con este testimonio, me bastó para no comprender a la gente que se niega a que actividades como esta se lleven a cabo. A esa gente, le invito a que se acerquen si tienen ocasión a ver una exhumación y a escuchar a los hermanos, a los hijos, a las mujeres, si aún así piensan igual, que piensen que son sus abuelos, igual la historia cambia.









En fin, que queda mucho por hacer, pero que grano a grano, se vacian las cunetas, aunque los culpables, no paguen por ello, y los jueces se opongan, y el exterminio que aquí ocurrio, quede impune. Por eso, como ya he dicho muchas veces, cada vez que escucho que la transición fue modélica, siento una mezcla de risa, pena, rabia y vergüenza.




1 comentario:

rontxo dijo...

Ha sido un placer conocerte y ya sabes, cuando quieras serás bien recibido por este grupo de trabajo. Poco a poco se vaciarán las cunetas de esta vergüenza de país.
Momentos como los de una exhumación hacen que los días grises cada vez lo sean menos.