miércoles, 30 de junio de 2010

De nombre Batania, el poeta neorrabioso

Hace un mes aproximadamente acudí a un recital de Batania en el Bukowski (San Vicente Ferrer 25, Madrid).
Lo había visto en algún recital más, habíamos coincidido en alguna presentación, etcétera. Pero ese día a cada uno de los asistentes nos regalo su “Todo eres cuento de niños”, y ese regalo me hizo comprender su grandeza (y como dicen él y el señor lobo, no les gustan estas comidas de polla, pero es lo que hay).

Su poesía es directa, “con palabras que llevan detonador”, no es como reza la camiseta que me regaló “Mira que linda”. Por eso me gusta, porque es directa, porque no estudia la rima ni la belleza, porque es lo que vomita, porque es natural, y para mi eso es poesía, con los pares en asonante mis abuelos, mis padres y yo limpiamos la azada y la forca. Por cierto, también compartimos opinión sobre los talleres literarios, esos orientadores de poesía encaminada a premios y a cortar las alas

También escribe para ella, para Iratxe, para la cual tiene un poema que nunca me cansaré de escuchar y empieza con “La que muerde el candado hasta que saltan las puertas de la noche.”

Varias de sus poesías nos llevan a Lauros, el pueblo donde nació, donde vivió la tierra y la ganadería de sus padres.

Tampoco quiero olvidarme de argí, su perro que como podemos leer en su blog, no se ha ido, sigue apareciendo cada noche, haciendo los mismos ruidos.

Y para saber más de él, aquí va el enlace a sus blog, aunque también los tenéis en mi lista de “amigüitos”:

http://neorrabioso.blogspot.com
http://batania.blogspot.com











Un loco que se cree Batania.

Victor Hugo era un loco que se creía Victor Hugo
JEAN COCTEAU

Cada vez que mi verso
se pone en los tacos de salida
siento una muchedumbre
de voces en la cabeza, siento a mis
bisabuelos y abuelos
muertos y analfabetos
mirando por encima de los hombros,
siento a mi padre, que aprendió a golpes
la lengua castellana, siento a más
de cien generaciones campesinas
que me examinan,
que me observan
con la mirada dura de tanta hambre,
de tantos siglos mudos
que debieron pasar para que alguno
de sus hijos tomara la palabra,
la palabra desnuda,
la palabra increíble, la palabra.

Por eso pido excusas
a todos los poetas,
pero no quiero escribir
como se hace ahora,
como si la palabra no sirviera.

No quiero escribir entre líneas
sino escribir las líneas solamente.

No quiero perseguir a la belleza
sino hallar palabras
que se dejen poner detonador.
.
No quiero sugerir
sino morder con rabia,
con la rabia insaciada del que sufre
lo tarde que llegó su primera vez.

Decir por qué murió la libertad.
Por qué nos cancelaron la justicia.
Escribir
como si el poema
fuera aún importante,
y portarme yo mismo como un loco
que se cree Batania.


La historia

Si coges un libro de historia
y lo aprietas con las manos,
verás salir por sus costuras
regueros de sangre.

Ábrelo.

Leerás que los vencedores
siempre apelan
a Dios
y a la ley
y a la verdad
y a la patria,
pero ganaron porque tenían
más soldados,
más cañones,
más caballos
y generales que estudiaban mejor
las líneas negras de los mapas.


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