miércoles, 11 de enero de 2012

De ruta con Abelius a: Gasteiz y Gorbeia (Araba - Euskadi)

Hay gente que no cree en la envidia sana, yo sí. En Vitoria la sentí. Carriles bici en toda la ciudad, jardines, muchos jardines, una ciudad muy limpia, un buen ambiente, un gran respeto por una de sus lenguas, el euskera y un montón de cosas que voy a contar.

Mi novia y yo decidimos ir a pasar el puente de todos los santos a Alava, teníamos dos objetivos, conocer bien la ciudad de Vitoria y subir el Gorbea, el segundo monte más alto de Euskadi. Llegamos el viernes por la noche y ya teníamos esperando a un buen anfitrión, Iñaki, un amigo de Astorga. Nos acompañó al hotel y de allí a la plaza de la Virgen Blanca, donde tomamos cañas y pintxos, mención especial a la tortilla de patata del bar Deportivo Alavés. Un pequeño recorrido por el centro de la ciudad, de origen medieval cuyas calles tienen nombres de profesiones, como cuchillería, herrería, pintorería, etc. Después de una mini visita turística, ¡copazo! y a la cama.












Al día siguiente v
isita por la ciudad, por la plaza mayor, por la catedral en la que se inspiró Kent Follet a la hora de escribir “Un mundo sin fin”, por la plaza de los fueros… Personalmente me llevé muy buena impresión. Llegó la hora de comer y en Euskadi eso es como una religión, que pasada. Alubias tolosanas y chuletón es algo muy recomendable.

Algo que quiero comentar es la inteligencia de los vascos a la hora de establecer su capital administrativa. Lo fácil hubiera sido ponerla en Bilbao, pero decidieron ponerla en Vitoria, la provincia que más tiempo estuvo unida a Castilla. Pues por el Parlamento Vasco y por Ajuria Enea pasé con Iñaki y sus amigos cuando fuimos a ver el partido entre el Alavés y el Sestao. Me gustó recordar aquella final de la UEFA frente al Liverpool. Finalizado el partido (empate a 1) al hotel a descansar un rato y a cenar. Para hacer la digestión tomamos otro copazo y a la cama, que al día siguiente nos esperaba el Gorbeia.









Una niebla densa cubría Vitoria pero a medida que íbamos subiendo dirección Zarate iba desapareciendo. Al llegar a este pueblo, no había ni una gota. Empezamos a caminar y había gente que ya estaba bajando. Creo que ya son
varias veces las que digo que el pueblo vasco es el pueblo con mayor cultura de montaña que conozco. El inicio es un poco durillo, con una pequeña pendiente, poco a poco empezamos a divisar Vitoria cubierta por la niebla, una estampa espectacular. Subidas, llanos, árboles y un paisaje digno de ver, acompañado por la magia del otoño. Y poco a poco, conseguimos llegar a la cima. Unas vistas increíbles, divisando Bilbao con su ría y su desembocadura, Vitoria, varios pueblos, dos pantanos, mucha montaña, mucha vida. Una vez hechas las fotos de rigor, sacamos un rico bocata y disfrutamos como niños. Debo decir que Alicia, mi novia, es una gran montañera, nunca deja de sorprenderme. Descenso y de vuelta a Vitoria. Ducha y a descansar.

Al día siguiente me compré un libro de poesía en edición bilingüe, “Siete poetas vascos”. Este es otro punto por el que envidio Euskadi, porque saben apreciar su lengua, difundirla y promoverla, igual que con el leonés vamos, que pena.









Lo dicho, un gran fin de semana, buena ciudad, buena montaña, un buen anfitrión y la compañía de mi novia, ¿Se puede pedir algo más? Nos vemos en la siguiente

http://creaturafanzinedigital.blogspot.com

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