El pasado mes estuve cenando en Ponferrada con mi novia, con Santiago Macías, con su mujer y con varios amigos suyos. Entre ellos estaba Fermín López Costero, el cual me regaló un libro suyo de microrrelatos, “La soledad del farero y otras historias fulgurantes”. Desde aquí quiero darle las gracias a Fermín por este libro.
Os dejo un par de microrrelatos. Espero que os gusten tanto como a mí.
Cita a ciegas
La insidiosa de mi mujer no sospecha que ese tal Rocky al que conoció a través de una red social, y con el que mantiene desde hace tiempo una relacción adúltera de manera virtual, soy yo.
Esta tarde, por fin, nos hemos citado en una cafetería de las afueras, para conocernos personalmente y, si todo resulta bien, pasar la noche en un hotelito discreto. Yo pensaba que esto significaría el fin de nuestro conflictivo matrimonio, y con esa intención urdí el encuentro; pero, desde el principio, ella se ha mostrado entusiasmada. Incluso ha manifestado que soy más atractivo de lo que en principio había supuesto. La verdad es que se la ve tan enamorada que ahora no sé qué hacer. Si al menos dejase de llamarme Rocky…
Besugo al horno
Mi compañera y yo estábamos a punto de zamparnos un suculento besugo recién sacado del horno cuando esa mujer tan horrible e histérica irrumpió en la cocina hecha un basilisco, profiriendo unos gritos aterradores y emprendiéndola a escobazos con nosotros. Menos mal que estuvimos ágiles y logramos escabullirnos, sanos y salvos, por la ventana que da al jardín, que estaba medio abierta. Así y todo, el susto ha sido morrocotudo: ha pasado más de una hora y seguimos con los pelos de punta, y las patas aún no nos han dejado de temblar.
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