Era así como la imaginaba, luego fue así como la recordé,
ahora, es así como la veo, como la vi
No solo fue su océano verde en el que pude soñar
Tampoco lo fueron sus ríos, en los que me reí chapoteando
Ni siquiera sus calles empedradas,
en las que la luna se colaba por una rendija de la noche.
Había más en su manto blanco, aparte de esa pureza inmaculada,
como sus gentes, que no dudaban en ofrecerme su trocito de pan.
Alguna línea se quedaba en el tintero de la historia de ese pueblo,
punto de partida hacia la meta de mi ciudad.
Alguna pincelada más tenían esas aves,
descendiendo desde las rocas a ese sendero azul,
dibujando su sombra mientras mis ojos,
se quejaban en cada parpadeo,
diciéndome que no era yo quien
para censurarles ese regalo de la vida.
Esa Extremadura tenía más, tenía la fuerza del sol en su pelo
Tenía los meandros en las curvas de su cuerpo
El poder de su historia en nuestro sentir
La melodía de su música, de barra de bar, en cada conversación
La fuerza de sus cascadas en cada beso,
y ese algo que no se puede explicar, en ese algo nuestro.
Abel Aparicio González - 2009
2 comentarios:
Joder, como te lo has montado. Muy buenas las fotos, por cierto.
Pues eso, habrá que seguirte la pista, tío Abelius!
Ahí, ahí, mostrando a la novia, jejeje.
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