Esta mañana
me he sentado
a leer los libros
que salen por sus bocas.
Él me hablaba
de las zonas de mi pueblo,
donde ganaba el duelo
que año si y año también,
le plantaban
los campos de posguerra.
Lo sé abuelo,
nunca bajo tu techo,
faltaron el sustento y la lumbre
que a fuego lento
curaban la escarcha del hambre.
Ella, desde su silla de ruedas
me miraba con una sonrisa,
quizás recordando,
que pasamos juntos
miles de hojas de calendario,
y que fue mi maestra,
mi cocinera,
mi amiga
y que todas las noches
yo dormía tranquilo
porque sabía
que estaba cerca.
Se que jamás
podré pagar todas las deudas
que tengo con ella.
Y mientras sus caras
dibujaban el significado
de la palabra felicidad,
cuando nos despedíamos,
a pesar de todo
lo que han hecho por mi,
algo recorrió todo mi cuerpo
cuando escuche,
Gracias por venir a vernos.
Abel Aparicio González - 2010
1 comentario:
Hostias, por el mío también.
Abrazos,
Ana
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