miércoles, 8 de abril de 2009

Tu ausencia

Habían pasado dos horas de tu partida, Francia en el horizonte.
Volviendo la vista atrás, contando el tiempo de tu ausencia,
el segundero de mi reloj contaba por miles las hojas de calendario,
sin embargo, al mirar de frente, el avión apenas había despegado.

Los charcos en el asfalto,
me preguntaban por la mitad de mi reflejo,

yo les decía que ese nosotros ahora se restaba,
se sumaba el dos.

Hasta las farolas, en esa noche cerrada de Madrid,
se negaban a lucir en plenitud, ya que se les privaba de tu sombra.
Yo seguía paseando, viéndote por la terraza en cada noche,
como juntos, recorríamos ese parque,
como juntos cogimos ese tren,

sin importarnos el destino, ya que cada calle, cada senda,
contigo se engalana de domingo, y sin ti, desemboca en el vacio.

Navegando por el mar de la cuenta atrás, divise puerto.
Llego el día lunes, y en la playa me estabas esperando,
con una rosa prendida en tu pelo, con la sonrisa eterna,
te bese, te abrace,
volvimos a sumar uno, volvimos a reflejar uno.
En ese momento me olvide del segundero,
de las hojas del calendario volando en mi habitación,
hasta de los segundos de conversación tirado en la cama,
mirando al techo, con versos de Chaouen como compañía.

Es estando contigo, cuando me olvido del reloj, de ese alrededor,
y solo tengo ganas de perderme a tu lado, como ahora,
como cada vez que te respiro cerca,
como cada vez que somos uno.

Abel Aparicio González - 2009


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