Pálpate los hombros.
La parte posterior.
La que sujeta los dos soportes
sobre los que se anclan
los hilos.
Mientras vagas
por el escenario
creyendo que tienes vocación de eje,
la resistencia calla.
Mas callada,
no duerme
sino vive.
Desvelada
por todo lo que crea y cree
mientras te ignora.
Alguien dijo
que sólo hay algo más triste
que ser como tú;
ser tú.
Sin embargo,
hay algo aún más decadente;
ser palmero de tu espalda.
A la altura
de la parte posterior de tus hombros.
Pálpatelos.
Los hilos con los que pensabas
hilvanar tu comedia,
siguen justo ahí.
Y se ven.
La luisa
Compartí esta escombrera,
con mi bisabuela,
apenas tres o cuatro años.
Una vez,
enredando
bajos sus mantos y mandiles,
cerca del brasero,
algo debí preparar y
justo
a continuación
oí que exclamaba,
en voz baja y con cariñosa retranca:
"¡demonio de rapaz!".
Pues bien;
ya me tenía más calado
que todos los maestros,
psicólogos,
cardiólogos,
ingenieros,
inspectores de hacienda,
músicos,
poetas y
psiquiatras
que vinieron después.
Una vez leído, solo quiero pedirle una cosa a Carlos Balacera. Que la rueda, nunca, repito, nunca, deje de girar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario