Cruce de caminos
Observar al otro lado
el ruido incesante
de maletas sin rumbo.
La torpeza ingrata
de los peldaños
que aún conscientes,
marchitan altivos
la rosa de los vientos,
la flor de lis que nos acunó.
El incesante vaivén
que refugia al errante.
Las raíces guillotinadas
en el acta de la negación.
Regatos que solo se detienen
en la estación de lo bucólico,
cuando muestran su obra
en exposiciones de folclore.
Sentimientos desafinados
bajo la batuta de la distancia.
Un letrero abatido,
sumiso al abandono,
que resiste para decir:
“no busque culpables
más allá del olvido”.
Pueblos
A Dionisio, afable anfitrión
Niebla densa manando
de unas fuentes ya secas.
Océanos rociados de verde
con el sigilo del eremita.
Campanas tañidas por ladridos
que escoltan al silencio.
Una claraboya desempolvando
ese pasado ya adormecido.
Puertas lastimadas de girar,
indolentes, a su otro lado.
Pueblos que son, quizás,
en el recuerdo narrado.
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