miércoles, 25 de noviembre de 2009

Me dejo seducir por el billete de ida
a la estación de los sueños,
montado en el tren de la ilusión.

A veces se detiene
y por las vías pasea la victoria
secuestrada por el fracaso.

Ando con pies de plomo,
pero ese tren, lo vuelvo a coger.

¿Quién se atreve a decirme

que no siga por ese camino
cuando estoy apunto de pisar
por penúltima vez
las miles de piedras
que me harán tropezar?
Seguramente, no conozca mis fuerzas
para levantarme de nuevo,
ni sepa, como dijeron otros,

que un paso atrás, ni para coger impulso.

Y aunque se interpongan días oscuros
en este sol de infancia
y el único avituallamiento
sean las migajas de mi zurrón
y de la bota de vino solo caiga
una gota de esperanza,

y a mi ave fénix le hagan jaque mate,
nada me detendrá si sé
que bajo el reloj de aquella estación
me estás esperando tú.


Abel Aparicio González - 2009