lunes, 8 de septiembre de 2008

Miradla

Sentados en las rocas de la playa,
el sol descendía sumergiéndose en el agua,
rodeados de semejantes, pero a la vez solos
todas las miradas se clavaban en el astro

Yo, sin embargo, no podía,
esa tarde el sol, más lento
sólo podía mirar su rostro
sin comprender como lo miraban a él

Estáis ciegos, comento, miradla
me está eclipsando y no os dais cuenta
Su mirada, inocente, dulce y alegre
hizo que hasta las gaviotas cesaran su vuelo
para decirle muy bajito,
que Afrodita se vería relegada

Horas más tarde, la luna se dejo ver,
desnuda y naranja, tímida
me pregunto si podía verla
que nos prometía un paseo
por su senda blanca
en tan oscuro horizonte

Le dije que si, que de tal placer
no se puede privar a nadie
Que yo tenía la suerte
de verla todos los días,
de acariciarla, de besarla
siendo correspondido
y eso creedme, es un regalo

Abel Aparicio González - 2008

1 comentario:

Gsús Bonilla dijo...

no seré yo el que ponga
en duda tu palabra.

x cierto don abel
se me va usté
escapando en subir a las piernas
de jennifer
y echarse unos textos


abrzos,
gran amigo.