Uno, que aún sigue creyendo en las bibliotecas públicas, echando un vistazo a los libros que posee la de Astorga se encuentra con uno que llevaba tiempo con ganas de leer, Canciones de la gran deriva (Ed. Origami, 2012), de Vicente Múñoz Álvarez, persona que conocí a través de un buen amigo, Gsus Bonilla. Decir que gracias a Vic, empecé a participar en los Dolores de poesía que organiza Felipe Zapico, otro que tal baila, pero esa es otra historia. Este libro, reedición de aquel publicado 1999, cuenta con el prólogo de David González, persona por la que quizás me enganché a la poesía aquel febrero de 2008 en Illescas.
El caso, que la tarde de viernes se la dediqué a leer este poemario y a darme de bruces con puñetazos como este:
Olvidar las oscuras golondrias
Ser poeta en la calle
en el metro
en el supermercado
olvidar las oscuras golondrinas
llamar a las cosas por su nombre
y dirigirse al pueblo
impedir que la poesía
se convierta en algo inútil
cargarla de pólvora
y apuntar certero al blanco
evitar que te alcance
la explosión.
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