“Es tan grave que un niño vea como su padre mata a su madre como que vea que su madre mata a su padre”. Esta joya soltó ayer Marta Rivera de la Cruz (de
Ciudadanos, el cambio sensato, no lo olviden) en el debate a 9 de ayer. Lo que
nadie le explicó al partido naranja, parece ser, es que el número de mujeres
muertas este año por violencia machista se eleva a 57, las dos últimas ayer
mismo. El problema es no reconocer el problema y no llamar terrorismo a esta
lacra. Por comparar, la banda terrorista ETA únicamente en los años 1978,1979 y 1980 cometió más de 57 asesinatos, pero con esas víctimas sí se les llenan los votos,
esto la boca. Con las otras, consecuencia del estado patriarcal que tan bien
les trata, no tanto.
Que vivimos en una sociedad machista es evidente,
negarlo es de necios. En los datos de violencia machista no solo deberían
contabilizarse el número de muertes, sino también el número de mujeres que por
miedo no se atreven a denunciar, las que están anuladas, las que por medios económicos no se divorcian o los
hijos e hijas que sufren maltratos, como por ejemplo la niña que no quería ir
con su padre en el régimen de visitas que un juez o jueza aprobó pese a que la
madre denunciara esas palizas que, lamentablemente, le costaron la vida a su
hija. Ese caso le costó al Estado español la condena de la Organización de Naciones Unidas (ONU)
sin que casi nada cambiara.
El machismo también es evidente en las canciones,
como por ejemplo el admirado Joaquín Sabina cuando en su canción Mujeres fatal suelta “hay mujeres que dicen que sí, cuando dicen
que no”, o “hay mujeres que ni cuando mienten dicen la verdad”. Del machismo
del reguetón prefiero no hablar, creo que me darían nauseas. Está presente en
voz de literatos, como Pedro Trapiello, que merece varios adjetivos
descalificativos por afirmar que “Francisco Umbral no le echó de León el alcalde, le echó la Sección Femenina”,
donde aparte soltar la barrabasada, soltó dos leísmos. También un escritor
astorgano en su columna de opinión invita a pensar que no todo es lo que parece, que
igual una niña no fue asesinada por su padre sino que sufrió un accidente con
un columpio. Como no, dentro de estas frases también está Arturo Pérez Reverte,
ese macho alfa de la españolidad y la literatura acuñando el término de feminazi.
Luego están los que alegan que hay muchas denuncias
faltas, sin informarse previamente, claro, ya que solo el 0,010% de las denuncias por malos tratos entre los años 2009-2013 son falsas
o los que consienten que un ser (¿humano?) como Salvador Sostres, pagado con
dinero público, dijese en Telemadrid delante de alumnos y alumnas de instituto,
además de frases racistas, barbaridades sobre niñas de 17 años.
Para finalizar, recordar que en el último pleno del
ayuntamiento de Astorga (equipo de gobierno PP y PAL-UL), el mismo que
promocionó un homenaje a la mujer española que consistía en dejar pasar gratis a las mujeres que fuesen acompañadas a la plaza de toros,
se negó a condenar explícitamente la violencia machista más unas serie de propuestas
porque varias de ellas ya estaban incluidas en su documento.
Cuando escucho la pregunta ¿tú colaboras en las
tareas del hogar?, con esa connotación machista, ya que parece que esa tarea es
propia de mujeres, me vienen a la cabeza unas palabras de mi abuela Nieves, a
saber: “En la matanza, cuando los hombres se iban a tomar algo antes de comer,
nosotras hacíamos la comida y cuando después de comer se iban al bar, nosotras
nos quedábamos fregando”. Crecí rodeado de mujeres, empezando por mi abuela Ángeles,
mi madre y mi hermana y ahora lo hago con mi pareja y mi hija. Ellas me enseñan
a ser mejor día a día y a ver de cerca todo lo que denuncian, empezando por esa
actitud paternalista de muchos hombres que no genera más que rechazo, los
piropos como símbolo de superioridad, la asimilación de otras mujeres del papel
de servidumbre con frases como “marcho para casa volando que va a llegar este y
yo con la comida sin hacer” o las adolescentes que reconocen buscar al más
malote para que las proteja.
Al primer hombre que escuché declararse feminista
fue a Javier Krahe. Bueno, pues yo también me considero feminista, al menos,
como reconocimiento a todo lo que soy gracias a ellas y como simpatizante de su
lucha, que no es más que la lucha por la dignidad. No olviden las palabras de Elizabeth
Cady Stanton: “El lugar de una mujer en la sociedad marca su nivel de
civilización” y por ahora, la nuestra no sale muy bien parada.
2 comentarios:
Estupendo artículo,Abel. Ha sido un placer leerte. Ojalá cada vez sean más los que lo tengan tan claro vomo tú y lo manifiesten .
Muy valiente, Abel.
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